Según J.M. Keynes, la economía tiene que ver con la introspección, con los valores, con las motivaciones, las expectativas y la incertidumbre psicológica. No puede existir una separación entre valores y hechos, entre receta y análisis, porque el pensamiento moral y los valores morales son parte de cada filosofía social. (del artículo La economía como ciencia moral, Pagina 12, 18 de junio de 2012)
Entonces de que se trata? De promover valores, de motivar, de generar expectativas, en un marco de incertidumbre a través de variables con posibilidad de ser controladas y gobernadas.
En otro artículo, hablábamos del carácter compatibilizador del Estado (Alianzas público-privadas para el desarrollo), que permita la coexistencia de personas y cosas con acciones y objetivos en común. En este argumentaré a favor de cambiar las herramientas que definen parte de las políticas del Estado y los recursos involucrados en pos de ser más efectivos y eficientes en su uso.
Para que hacerlo? Para mejorar el alcance y la escala de las actividades económicas existentes y provocar una sustancial mejora y posicionamiento de la ventaja comparativa potencial, con su correspondiente impacto social.
La Argentina se encuentra en condiciones óptimas para iniciar un proceso de planificación amplia que incorpore la diversidad en todos los sentidos. El sostenido crecimiento económico de estos años, habilita un cambio de hábitos en cuanto a ciertas definiciones, además de contar con los recursos humanos suficientes para diseñar e implementar un plan de planificación integral con un grado de detalle intermedio, dejando que los jugadores del juego le impriman el “toque personal” a través de la competencia o la cooperación.
La formulación de planes, digamos estratégicos, es una forma de motivar, alinear expectativas, promover, bajo un contexto de incertidumbre. Es una herramienta a través de la cual se formula una visión, se definen objetivos y metas, se diseñan estrategias para alcanzarlos y se planifica la acción. Todo ello alineado con resultados esperados, que debe ser lo primero a formular.
Los planes “estratégicos” se ensayan para compatibilizar intereses, por ejemplo el sector público (su principal interés es el bienestar general) y privado (es la rentabilidad) definen objetivos y acciones para obtener beneficios realizando acciones y obteniendo resultados de mutua conveniencia. Un ejemplo de ello puede ser el Plan Estratégico Agroalimentaria Nacional, que aún en elaboración y despliegue propuso una dinámica de esta índole. En otro sentido, el recientemente anunciado plan de viviendas Pro.Cre.Ar es un ejemplo de compatibilizar lo público y lo privado aunque de una forma más unilateral.
Realizar este tipo de ejercicios implica tener una mirada colaborativa. Esto no implica que los gobiernos puedan reservarse o retener ciertas herramientas o realicen cambios de política que puedan obstaculizar el avance de los planes antecambios de contexto no previstos. Esto es así, dado que es imposible planificar todos los estados de la naturaleza futura. Aún así, habría ciertos lineamientos básicos que requieren un “respeto” por plazos largos, y otros tantos lineamientos que podrían ser repensados y rediseñados en función de nuevos contextos no planificados. Planificar requiere una dinámica, también.
Asimismo, se requieren impulsores, siendo el mercado actual, las tendencias observadas y las oportunidades actuales y potenciales candidatos a ser una fuente de inspiración para pensar el futuro y establecer acciones inmediatas y mediatas que vayan enfocadas a mejorar o modificar la ventaja comparativa prevalente. Se trata de que el mercado elija pero que también actúen los pensadores y visionarios del futuro (a través de emprendedores, empresarios, filósofos, economistas, etc), que puedan desentrañar trayectorias anticipadamente para elegir sectores/actividades ganadores en años vista. Se requiere cierta osadía, visión y coraje, no sólo se trata de promover lo establecido por el mercado, en ese caso es mejor gastar los recursos en otras cosas.
Las dimensiones verticales como las regionales, provinciales, sectoriales y las horizontales como la ciencia, tecnología, innovación, seguridad, etc conforman un cuadro de doble entrada donde se insertan objetivos, las estrategias y planes de acción. El dimensionamiento y probabilidad de los riesgos es una tarea ciclópea que no se debe dejarse de abordar. El Estado debe actuar compatibilizando, además de los intereses instituídos e instituyentes, los distintos tamaños de empresas, orígenes del capital, entre otros, para lograr la armonía y sincronía requerida para el desarrollo económico.
Hoy día, muchas políticas (no todas) lucen desarticuladas, con distintas dificultades para ser interpretadas en conjunto y con una elevada necesidad de coordinación tanto horizontal como vertical. Existen esfuerzos de consolidación y vinculación, pero se muestran intermitentes y con poca fuerza.
Las universidades públicas, los institutos de tecnología, las ONG´s interesadas pueden hacer un aporte sustancial a la mejora de esta bajada para racionalizar los esfuerzos, mejorar su efectividad y establecer parámetros de eficiencia de su accionar. Además, éstas u otras instituciones pueden funcionar como monitores y revisores de los avances.
Como analizamos, para algunos puede parecer una lectura voluntarista y demasiado optimista de un país acostumbrado hasta hace algunos años a dirimir su presente más que su futuro inmediato y mediato. Sin embargo, en nuestra opinión “es posible, no es fácil”.
Es una tarea para soñadores y visionarios con valores morales, no para conservadores.