El país ha iniciado una nueva etapa de su política económica la cual incluye la re-apertura en canales financieros y comerciales. Transcurrido el primer semestre se debe considerar que el endeudamiento externo se ha incrementado sustancialmente y las importaciones han comenzado a reactivarse en algunos sectores sensiblemente.
Los problemas de la inserción comercial de la Argentina son complejos. Dada nuestra actual configuración de recursos físicos y humanos, la tecnología de nuestros productos constituye uno de los principales factores para una solución superadora.
Favorecidas por el tipo de cambio ubicado alrededor de los $ 15 por dólar, la aceleración inflacionaria post-devaluación (que prácticamente no implicaron una mejora de la competitividad cambiaria) y la nueva política de comercio exterior, las importaciones vuelven a tener protagonismo. Si bien la apertura de las compras al extranjero facilita la performance de algunos sectores exportadores (siempre que dichas compras sean insumos, piezas y/o maquinarias sin fabricación nacional necesarios para el desenvolvimiento de la industria local), un número importante de sectores sustitutivos se ven amenazados ante el incremento de productos terminados y un posible desplazamiento del mercado en un contexto de contracción del consumo interno y caída del nivel de actividad.
La apertura de las importaciones pasó de ser una amenaza para los industriales nacionales a un hecho concreto en los últimos meses. Más allá de las voces más proteccionistas, un cambio abrupto en las condiciones de competencia con los bienes importados probablemente implicará, en el corto plazo, una fuerte pérdida de empleo y actividad antes que una baja de los precios por mayor competencia externa.
DINÁMICA
En los primeros cinco meses de este año las importaciones aumentaron en cantidades un 10,5% en relación al mismo período del 2015. A pesar de que todos los sectores registraron aumentos en sus cantidades, el comportamiento más dinámico lo tuvieron las compras de bienes de consumo y vehículos de transporte con un crecimiento del 21,3% y 46,4%, respectivamente. Solo en el mes de mayo las importaciones en cantidades de bienes de consumo y vehículos de pasajeros se incrementaron un 44,6% y 28%, respectivamente.
Dentro de las importaciones de bienes de consumo se destacaron las compras de:
- Motocicletas con motor de émbolo de China y Brasil.
- Medicamento de EE.UU., Alemania, Suiza y Brasil.
- Carne porcina de origen Brasilera.
- Productos de perfumería de México, Brasil y la UE.
- Ropa y Calzados de China, Brasil, India, Corea, Tailandia, Vietnam, Myanmar y Marruecos.
- Productos químicos de EE. UU., China y Alemania.
- Electrodomésticos de China, Turquía, EE. UU. y la UE.
- En el caso de las importaciones de Vehículos de pasajeros provenientes de Brasil, Alemania y México.
Las importaciones argentinas entre enero y noviembre de 2015 estuvieron administradas por el régimen de Declaraciones Juradas Anticipadas (DJAI), las cuales limitaban el ingreso de bienes extranjeros, principalmente bienes de consumo y vehículos de pasajeros. A partir de diciembre 2015 se visualiza un quiebre y cambio de dirección de la política comercial argentina, el cual se profundizó en los primeros 5 meses de este año.
Esta tendencia creciente de ingreso de productos importados se ve agravada por un contexto de contracción del nivel de actividad, pérdida de confianza del consumidor y la caída del nivel de consumo doméstico.
En el mes de mayo las ventas minoristas registraron una caída de más del 9% en relación al mismo mes del 2015, mientras que la actividad industrial, medida por el EMI, presentó una caída del 4,3%.
¿CAMBIO DE RUMBO?
Por lo visto hasta ahora, no hay novedades en el horizonte. Estamos frente a un cambio con alta incertidumbre en su ejecución. Aspectos centrales como la “normalización” del comercio exterior impulsada por el gobierno no alcanzan para retomar el camino del desarrollo sino se la acompaña con otras medidas tan o más importantes:
- Política integral de apoyo a las empresas locales orientada a solucionar los problemas que afectan su competitividad precio, con especial foco en bajar los altos costos logísticos y financieros de la producción.
- Una política que sincronice exportaciones, que equilibre el incremento de las compras extranjeras.
- Una verdadera apuesta sustancial e inteligente en la tecnología de base local, que permita agregar valor a la producción.
Sin estas medidas, resultará difícil sostener una balanza comercial superavitaria y el empleo argentino.
Por lo explicado nuestro pronóstico es que bajo este esquema de mayor apertura comercial será muy difícil sostener los niveles de actividad y empleo de algunas ramas de actividad local a los niveles observados durante los últimos años. Una mayor apertura, implica decidir cuales actividades se verán reducidas en su accionar y empleo. El asunto es si lo que se genera con una mayor apertura en el corto plazo por el lado de las actividades que importan para exportar o importan para generar comercio y servicios no transables, son capaces de absorber el impacto negativo de la apertura.
Esto aún no está claro, lo cual no hace otra cosa que aumentar la incertidumbre sobre la inversión en diversos sectores. Después de todo, hay cosas que ya fracasaron, y no se trata de volver a cometer los mismos errores, cambiando de rumbo, solo por el hecho de cambiar.
Entre lo que tenemos y lo que podríamos tener, siempre está la realidad y nosotros.