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El conjunto de grandes economías en vías de desarrollo denominado BRIC (iniciales de Brasil, Rusia, India y China, aunque últimamente también se suele agregar a Sudáfrica) parece perder el empuje que lo caracterizó durante los últimos años. El 2013 nos demostró un panorama diferente al que teníamos, con caídas en precios de materias primas y menores flujos de capitales.

El primer punto, la baja de los precios de los commodities, se debe en gran parte a la desaceleración del crecimiento de dos de los principales demandantes: China y Estados Unidos. De todas formas, es remarcable que el crecimiento esperado por el Fondo Monetario Internacional para China sigue siendo muy alto, pero en los tres meses que lleva cumplidos el año, ha sufrido una disminución del 7.7% al 7.5%. Por el lado de Estados Unidos, vimos que durante el 2013 evidenció un recupero de su economía, pero la Reserva Federal ya advirtió que replegará los estímulos económicos para este año.

La performance del mercado de capitales se debe a que los inversionistas decidieron cambiar su comportamiento de uno más arriesgado, buscando altas tasas de rentabilidad en países emergentes (pero más riesgosos), a inversiones con menor volatilidad y mayor seguridad, en países más desarrollados. Otra de las razones a las que se enfrenta este grupo es que se han sumado nuevos competidores a la mesa, entre ellos se encuentran: Nigeria, Filipinas, Panamá, Perú, Bolivia, Colombia y México; para las cuales el FMI prevé las mayores tasas de crecimiento para lo que resta de la década, con tasas que van desde 62% hasta 22% para estos cinco años.

ELLO IMPACTA SOBRE ARGENTINA

Este cambio de tendencia repercute sobre la economía argentina, que enfrenta múltiples desafíos. Un impacto importante de esta nueva situación se centra sobre la balanza comercial (cayó un 91.6% respecto del saldo 2013), donde las exportaciones agrícolas han perdido dinamismo por la caída de precios (aunque la cosecha record de granos y precios más bajos pero aún interesantes amortiguarán los efectos negativos) y las exportaciones industriales han sido muy afectadas por la languidez de la demanda de Brasil, especialmente en el rubro automotriz.

Mirando hacia adentro, la aceleración en la suba de precios de los últimos meses (pre y post devaluación) y la escasez de estímulos e incentivos locales e internacionales para crecer en forma sana sintetizan el dilema de la economía local. En este momento la política monetaria y fiscal comenzó un sendero de desarticulación de estímulos e incentivos (baja de subsidios, retiro de pesos del mercado, suba de tasas de interés). El impacto sobre el nivel de actividad, más allá del cambio en la relación cambiaria con el resto del mundo que estimula las exportaciones pero cuyos efectos muy probablemente sean anulados por el bajo crecimiento de los socios comerciales principales, se comenzó a notar a partir de marzo, donde estimamos que el tercer y cuarto trimestre serán los meses donde la economía encontraría el piso.

En relación a la inflación, el acumulado del primer trimestre del año según el nuevo índice de precios es de 10%. Anualizado el índice final de este año se ubicará entre el 30 y 35%, dependiendo de la política monetaria que determine el Banco Central.

El riesgo más alto que podría enfrentar la economía en los próximos meses es ingresar en un proceso de bajo crecimiento con tasas de inflación superiores al 1-2% mensual. Las proyecciones de crecimiento para este año se ubican entre 0 y 2%. Pensando a futuro, el FMI, en un análisis pesimista para nuestra economía estima un crecimiento de tan sólo 8.5% acumulado para los próximos cinco años. Según explicita este organismo:

“Argentina enfrentará importantes desequilibrios fiscales y externos, que llevaron a la aplicación de diversos controles comerciales, de precios y cambiarios que afectan el crecimiento”.

Este escenario de tasas de crecimiento bajas e inflación alta (aunque convergente a valores menos nocivos para la economía) implican un desfiladero económico de trabajada resolución, teniendo en cuenta que volver a poner estímulos fiscales y monetarios tendrá más efectos inflacionarios y que retirarlos masivamente una caída abrupta de la actividad.

Por tanto, la sincronización de ambas políticas, buscando un ancla nominal que apalanque las expectativas y decisiones de inversión y consumo para crecer a tasas más altas y converger con la inflación a dos dígitos entre 10-20% serán elementos centrales para salir del atolladero actual. Desde el frente externo, al menos en el corto plazo, hay poco para ver y para creer.

En esta ocasión, todos los ojos están puestos en la pericia del manejo de las principales variables económicas locales. A este desafío nos enfrentamos.

¿A QUÉ SE JUEGA?

Sin duda ante el escenario real que se plantea para la economía local, la estrategia del Gobierno viró hacia el frente financiero internacional. La búsqueda de crédito internacional para renovar deuda, invertir en nuevos proyectos relacionados con YPF y realizar obras de infraestructura se han transformado en un vértice de la actividad económica del Gobierno. El éxito de las negociaciones con organismos internacionales y el Club de París son factores de éxito para conseguir la masividad necesaria para permita morigerar la salida de divisas e impactar sobre la economía real. En caso contrario, solo se alcanzará el objetivo de evitar una crisis hasta la llegada del próximo turno de Gobierno y pueda plantear una alternativa con iniciativa renovada.

 LAS PYMES Y ESTE NUEVO ESCENARIO

Hay tres cuestiones bajo este escenario que impactan sobre el desempeño de las pymes de varios sectores y que en conjunto pueden conformar una situación complicada para mucho de ellas.

  • Finanzas: La suba del costo financiero está implicando un cambio de paradigma tanto en la toma como entrega de crédito comercial. Dependiendo de la estructura del negocio de cada empresa esto puede implicar distintas situaciones financieras.
  • Ventas: La caída o estancamiento de las cantidades vendidas debido al cambio en los consumos familiares dado la pérdida de poder adquisitivo.
  • Precios relativos: el impacto sobre los costos y los ingresos es diferente por diversas razones. En cuanto a los costos, es directo y esto afecta las cantidades requeridas para la producción. En el caso de los precios de los productos/servicios, depende del poder de fijar precios que tenga la empresa, el mercado en cual se encuentra y la reacción de la demanda.

En definitiva, el escenario actual para las PyMES se ha complejizado en el campo de las finanzas, costos y pricing de las empresas. Quienes tengan mejor información y puedan gestionar estos aspectos saldrán mejor parados de esta nueva etapa de menor crecimiento con alta inflación que atraviesa la Argentina.

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