¿Estamos en los albores de una nueva crisis externa argentina?¿o solo se trata de un ciclo económico de coyuntura que apenas se recompongan algunas variables estaremos nuevamente en la senda?. La economía argentina ha mostrado entre 2012 y 2013 un desempeño pobre en materia de crecimiento económico, luego de años muy expansivos. Esa pérdida de dinamismo implico la aparición de problemas estructurales que durante los años de alto crecimiento quedaron debajo de la alfombra. El debate es si se transita por el borde del precipicio o estamos en una autopista sin baches ni peajes. Veamos.
DOS DIAGNÓSTICOS CONTRADICTORIOS
Uno asegura que problema es fiscal, cambiario y monetario, y su mecanismo de más déficit fiscal implica emitir para cubrir ese bache ante ausencia de fuentes de financiamiento genuino, hoy ese bache está cubierto por agentes internos que le prestan al Gobierno. Más emisión se traduce en más inflación, más inflación en un primer momento es aliada de un mayor consumo y en un segundo momento, implica pérdida poder adquisitivo y devaluación nominal.
El otro, asegura que el problema está en la balanza comercial por la escasez de divisas provocada por tres motivos: a. desbalance del sector energético, b. caída del nivel de actividad en el mundo, que demanda menos exportaciones argentinas de bienes industriales (básicamente automotores), particularmente Brasil y c. el desbalance de turismo por encarecimiento relativo del destino donde no solo opera lo cambiario sino también factores geográficos e culturales.
Adoptar uno u otro diagnóstico implica trabajar sobre distintas variables y tomar distintas decisiones.
En mi opinión, lo que no está funcionando es lo que llamo la economía del medio, el lugar donde se hicieron pocas reformas o cambios durante los últimos años. Hablar sobre la economía del medio es hablar fundamentalmente sobre la microeconomía y mesoeconomía de Argentina. Las palabras claves son productividad, eficiencia, competitividad sistémica, innovación, mercados, competencia, cadenas de valor, regulaciones, infraestructura básica para el desarrollo, energía, transporte, ciencia y tecnología, entre otros. Puede sonar aburrido o curioso! para una sociedad que permanentemente escucha hablar de los grandes agregados, pero esta vez el grueso del problema está en la base y el medio del iceberg, aunque se vea otra cosa (los síntomas).
Esta situación encarna una paradoja para nosotros, trabajar sobre un escenario que no es descollante pero tampoco es de crisis. Estamos poco habituados a trabajar sobre este tipo de situaciones, nos gustan los extremos, o esta todo fantástico o está todo mal. La macro de corto plazo nos neutraliza y en mi opinión estamos en un momento nuevo que si sabemos aprovechar nos pondrá en el sendero del desarrollo económico. El tema es que el trabajo a realizar es duro y no exento de cambios radicales y otros menores.
El eje ordenador de la economía del medio es la competitividad de la las empresas argentinas y el gran desafío es poder compatibilizar los intereses públicos y privados. Argentina tiene un entramado PyME muy interesante, pero que se requiere cambiar, innovar, transformar. Para ello, hacen falta políticas multidireccionales que fortalezcan el desempeño y rendimiento de esas empresas, que en definitiva son las que crean gran parte de la riqueza nacional, el empleo y la producción y que a su vez eso no signifique quitarle al conjunto de la sociedad las posibilidades de empleo, consumo y bienestar.
La agenda actual debería incluir un abordaje más integral que solo abocarse a la resoluciones de carácter fiscal, cambiario y monetario. Estas herramientas deberían ser consecuentes con la resolución de los verdaderos problemas: competitividad de la economía local, y no al revés. Argentina tiene que despegar productivamente en una marcha de no retorno. Hoy la posibilidad de retorno sigue abierta. El escenario es el de una pista de despegue donde el avión aún no superó la velocidad de no retorno, hay tormenta, puede decidir si continuar el vuelo, puede que todavía decida abortar el viaje … la pericia del piloto, el entrenamiento de la tripulación y la confianza de los pasajeros son factores determinantes del despegue.